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¿Qué piensan los extranjeros de las camionetas o “Chicken Bus”?

Todos los Guatemaltecos sabemos que el transporte nacional por excelencia son las camionetas, decenas de enormes vehículos que, en la mayoría de las veces, transportan a miles o inclusive millones de guatemaltecos día con día hacia sus trabajos, hogares, sitios turísticos y demás destinos.

Aunque son el medio más utilizado para transportarse, también son el medio más odiado. Esta realidad que afecta a nuestro país se debe a cientos de injusticias cometidas a lo largo de los años por los mismos trabajadores de las unidades.

Quejas como el exceso de velocidad, la sobrecarga de las unidades, el elevado costo de la tarifa de pasaje e inclusive los malos tratos hacia los pasajeros de parte de los ayudantes o chóferes.

Lastimosamente, aunque millones de guatemaltecos estén inconformes con este hecho, no les queda más que quedarse callados, pues son el único medio a su alcance para transportarse de ida y vuelta a sus destinos día con día.

Pero más allá de los guatemaltecos… ¿Qué piensan los Extranjeros de este medio de transporte?

Según el viajero y escritor Jonathon Engels que escribió un reportaje para Green Global Travel , una página web apoyada por cadenas televisivas como National Geografic y BBC, acerca de este medio de transporte da a conocer una serie de datos muy interesantes acerca de la manera en la que los extranjeros opinan de estos.

1. ¿Chicken Bus?

Un punto muy importante en el articulo de Jonathon es el hecho de que los extranjeros llaman Chicken Bus a las camionetas. Pero ¿Por qué?

Resulta que esta es una tradición extranjera que se remonta a muchos años atrás cuando la mayoría de las personas utilizaban estos medios de transporte para transportar animales de granja, mayormente pollos, gallinas etc.

Debido a esto los extranjeros comenzaron a llamarlos “Buses de pollos”, tradición que aún hoy en día, sigue vigente.

Autobús de pollo en Guatemala por Christopher William Adach vía CC
Foto: Christopher William Adach

2. Una visión más general de Guatemala por medio de los buses.

Desgraciadamente, los extranjeros tienen una visión errónea de Guatemala debido a impresiones que han llevado en buses urbanos y extra-urbanos del país. Pues describen que los autobuses y las personas que viajan en ellos son sucios, ruidosos, peligrosos, caros, incómodos y viejos.

También dicen que son muy contaminantes, los describen como: “Una exhalación enfática de humo negro y nocivo en cada una o dos cuadras, desde la cual se está protegiendo la cara o saludando furiosamente para atrapar a alguien”

3. Desconfían, porque saben de donde vienen.

Otro dato interesante es que muchos extranjeros, en su mayoría estadounidenses, desconfían de estos medios de transporte ya que son autobuses escolares que ya habían cumplido su vida útil en Estados Unidos.

Relatan que en el país norteamericano se llevan a cabo subastas donde venden estos autobuses hasta por 2,000 dolares. (Unos 15,000 quetzales) para luego traerlos a Guatemala, repararlos, pintarlos y ponerlos en circulación.

Autobús de pollo por Samantha Beddoes vía CC
Foto: Samantha Beddoes

4. Peligro inminente.

En otra parte de el reportaje de Jonathon describe una experiencia personal que tuvo en la Ciudad Capital al pasar por una zona que era territorio de pandillas:

“Pero el mayor peligro reside en los autobuses del centro de la ciudad, que generalmente pasan por el territorio de las pandillas. Se espera que los conductores paguen peajes en estas áreas y que a menudo sean víctimas de violencia, lo que lo convierte en  uno de los trabajos más peligrosos del mundo .

Los pasajeros suelen ser robados, a veces todo el autobús. Nuestra regla cuando vivimos en la ciudad de Guatemala era estar siempre en casa antes de que oscureciera, o bien encontrar un taxi.

En uno de mis primeros viajes en autobús de pollo, el conductor gritó algo justo después de que salimos de la estación. Mi esposa y yo teníamos habilidades rudimentarias de español entonces, así que estábamos confundidos cuando todos nos acostamos en el piso y nos dijeron (a través de charadas) que hiciéramos lo mismo.

Nos quedamos así, riéndonos sin parar, durante media hora mientras el autobús se desviaba por la ciudad.

Más tarde descubrimos que esto era así para que el autobús se viera vacío mientras conducíamos por vecindarios de pandillas y no nos robaran.”