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El rescate de los lagos y ríos depende de voluntad política y educación

La ambientalista Yolanda Kakabadse es representante del Consejo Asesor de la  Fundación Futuro Latinoamericano y expresidenta de World Wildlife Fund for Nature (Fondo Mundial para la Naturaleza). Desde los años de 1970 se ha dedicado defender el planeta.

Una montaña de basura se acumula en el lago de Amatitlán, que recibe desechos de 14 municipios. (Foto Prensa Libre: EFE)


Fue ministra de Ambiente de Ecuador (1998-2000), y ha fundado varias oenegés. Recientemente visitó Guatemala para disertar sobre el tema la transformación de conflictos para el desarrollo sostenible en América Latina, en el marco del  XI Foro Regional de Transformación de Conflictos Socioambientales en América Latina, el Acuerdo de Escazú.

En qué consiste el Acuerdo de Escazú?

En la Cumbre de la Tierra, en 1992, se propuso y se aprobó un artículo que indica que hay que proveer de información a todas las sociedades y que las decisiones de los gobiernos, cuando se trata de territorios comunitarios o indígenas, se les tiene que consultar antes de tomar acciones con respecto al uso de sus territorios.

Los gobiernos de América Latina decidieron juntarse para operativizar este derecho y aprobaron el  Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, más conocido como Acuerdo de Escazú (nombre tomado de un municipio de la provincia de San José, Costa Rica) y lo firmaron 21 países.

Se espera que lo ratifiquen todos los gobiernos de la región porque lo firmaron, pero hasta el momento solo lo ha ratificado Bolivia, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Guyana, Islas Granadinas y Uruguay; y se necesitan 11 países para que tenga efecto.

Es un acuerdo muy ambicioso, porque existe mucha resistencia a proporcionar información y ha creado polarización…

En América Latina varios países están en crisis, la cual surge por la falta de confianza del ciudadano en sus autoridades electas, ya no creemos en los gobernantes porque la información se manipula, se esconde y se trabaja detrás de la sociedad. Estamos viviendo un punto álgido, donde cuestionamos los gobiernos por la falta de transparencia  y de participación.

Y eso nos lleva al segundo principio, porque la gente no se involucra debido a que no tiene información…

No se da espacio y no se conoce en qué se puede participar. En mi época de ministra de Ambiente de Ecuador fue importante reunirme con los actores de la sociedad civil que trabajan en temas ambientales, porque ¿cómo iba a decidir solo yo, detrás de un escritorio, sin escuchar a las partes? No se trata solo de oír, sino de escuchar, y eso significa analizar la información que uno recibe y contrastarla con otros actores para que toda decisión que se tome sea de beneficio de la mayoría y no de la minoría.

Y si no pasamos los primeros dos principios, ¿Cómo llegamos a la justicia?

La justicia muchas veces es cooptada por los gobiernos que no tienen capacidad de mantenerse independientes y es manejada por los sectores del poder económico, lo cual no es justicia, porque en el momento que alguien protesta se le castiga. Estas protestas deben ser procesadas para que los gobernantes sepan cómo cambiar para adaptarse a las circunstancias. La protesta no sale porque le da gana a la gente, sino porque les preocupa el futuro.

¿Cómo puede haber gobernanza sobre el  agua si no hay información y los empresarios buscan aprovechar el líquido?

En Ecuador se han formado las juntas de aguas, donde los campesinos, indígenas, grandes y pequeños terratenientes discuten, proponen y protegen el agua de la cuenca, porque saben que si está mal manejada se quedan sin ella. Esta propuesta, que ya está en varios países, es una de las preguntas que uno se hace y dice: ¿por qué no se hizo antes, si es simple? Cuando vemos los problemas que se dan alrededor del agua es solo de hablar y ponerse de acuerdo todos.

¿Por qué no han ratificado el Acuerdo de Escazú todos los países, entre ellos Guatemala?

No lo sé, pero podría ser por la burocracia de nuestros países, porque tiene que ser aprobado por el Congreso, y si en este, la mayorías está en contra, no pasa; o también si los parlamentarios están en contra de la transparencia, o de la  información, entonces, va a tomar años para que haya un Congreso que favorezca, porque no es una decisión del Ejecutivo, quienes ya trabajaron en esto. Son temas fuertes si lo hubiéramos decidido hace 50 años, tal vez pudo haber pasado fácil, pero ahora hay mucha la falta de transparencia, participación y una justicia  poco clara.

La ambientalista ecuatoriana Yolanda Kakabadse fue presidenta de World Wildlife Fund for Nature. (Foto Prensa Libre. Francisco Martínez)

Aparte de la conflictividad también se da la contaminación, ¿Qué se puede  hacer?

En América Latina solo las grandes ciudades tienen plantas de tratamiento de aguas negras, la mayor parte de medianas y pequeñas ciudades las arrojan directamente al río, que es el retrete y el basurero de los países. En las aguas también viene la basura que se tira en las urbes y se supone que cada río debería de ser una fuente de agua pura, un lugar de recreación, el sitio ideal para la agricultura, pero muchas veces se agarra de estos ríos contaminados para los cultivos, imaginemos la contaminación de estos alimentos.

¿Es posible revertir el problema de la contaminación de los ríos y lagos?

Sí, pero se necesita decisión política y mucho apoyo social. Varios países desarrollados han abierto mesas de diálogo, aunque un poco tarde, pero es posible cambiar esta historia. Nosotros somos los responsables de crear nuevos políticos y no estamos demando a las escuelas y los colegios que preparen mentes analíticas, que piensen en el futuro en 10, 20 o 50 años. Esa es nuestra responsabilidad, demandar eso.

¿Cuál es el primer paso para revertir la contaminación?

Definitivamente la educación. Los niños deben aprender a manejar conflictos y nosotros enseñarles qué podemos hacer, cómo ayudar en lugar de pelear. Este es un proceso de educación que va desde la escuela hasta la familia.

Usted fue ministra de Ambiente, ¿Qué necesita esta institución para ser funcional?

Apoyo político por parte del Presidente, sin este no puede hacer nada. Generalmente no le dan dinero y es un ministerio que no tiene fuerza, si no se dan esas condiciones es difícil cumplir con las metas. Yo fui muy afortunada porque tuve un presidente muy convencido de la importancia del desarrollo sostenible y de la protección de los recursos naturales, pero eso no es lo normal.

¿Dónde tiene que comenzar un ministro para revertir estos problemas?

Es muy grande la problemática, porque tiene que ver con la vida, la biodiversidad, el agua, la producción, la salud y el consumo. En mi caso formé una junta de ministros para que trabajáramos en equipo las políticas del agua. Se unieron los de  Salud, Vivienda, Agricultura e Industria, porque ninguno de estos ministerios se puede mover sin agua.

¿Qué tan vital son las plantas de tratamiento de las municipalidades?

Absolutamente esenciales. Debe ser la primera inversión de un alcalde y eso lo saben, pero es un gasto que no genera votos, como la construcción de un parque. Sin embargo, sin agua limpia la gente se enferma  y generalmente le sucede a la que está aguas abajo.

¿Los lagos se pueden limpiar?

Claro, la tecnología lo permite todo. Un río tan grande como el Támesis -Inglaterra- que estaba muerto por las aguas negras y no tenía un pez vivo, ahora la gente va a pescar, pero se necesitó de decisión política. Se deben ejecutar las leyes de manera que el que tire basura debe ser sancionado. Una política que se  puso en práctica en Alemania, por ejemplo, ordena que todas las empresas que operan en las orillas del río Rin deben tomar agua para su consumo de aguas abajo para que si botan agua contaminada ellos sean la primera víctima de sus actos, entonces todo el mundo bota agua limpia porque de ahí va a tomar la que consuma.

VIA PRENSA LIBRE